Piensa en un momento efímero.
Un momento que te invada con una sensación. Una
sensación que te haga sentir como si el mundo que te rodea
desapareciera durante ese espacio de tiempo. Un momento
de tal magnitud que no lo puedas describir con palabras. ¿Lo
guardarías en una caja para conservarlo siempre si pudieras?
¿Seguro? ¿O a caso aquello que hace especial ese momento es
el simple hecho de tener fin? ¿No es esa sensación de que
algo no es infinito lo que te hace disfrutarlo aún más?
Estas fotografías transmiten todo eso.
Es cierto que siempre se dice que la
fotografía tiene la capacidad de inmortalizar un momento y así poder guardarlo contigo para siempre; pero de ahí viene
nuestro afán por capturar esas escenas, el saber que todas
ellas tienen una duración, una
duración limitada. Y tenemos miedo. Miedo a olvidar
lo que sentimos y miedo a que no se repita jamás. Pero eso es lo
bello de esos pequeños e intensos momentos.
Los fuegos artificiales son muy
efímeros. Tal cual aparecen, se marchan, y todo tan sólo en
unos segundos. Por eso es muy difícil captarlos con nitidez, y por
eso mismo también me encanta fotografiarlos. Puede que al hacerlo
esté “inmortalizándolos”, pero a la vez en la fotografía queda
constancia de esa fugacidad.
Elementos nítidos y elementos borrosos, que a simple vista no nos
dan la sensación de mal fotografiados, sino que lo atribuímos a la
naturaleza de esos fuegos artificiales.
He escogido estas fotografías porque a
mi, personalmente, me transmiten una sensación importante. Pienso que expresan algo más que los fuegos artificiales que estaba
viendo justo en ese momento, porque van más allá de lo visual.
Obviamente también me gustan por los colores cálidos y vibrantes, y
por cómo ha quedado capturada la luz en ambas, convirtiendo los
destellos casi en polvo de hadas. Pero aparte de todo eso, expresan
esa brevedad que he explicado antes y, además, lo que esa
escena me infundía en ese momento. Gracias a estas
fotografías y a cómo están capturadas yo puedo transportarme de
nuevo a esa Nit del Foc de 2012 y repetir una de las cosas que más
me gustan: observar y disfrutar de los fuegos artificiales.
Esa mortalidad de aquel momento
concreto fue lo que me incitó a disfrutarlo con mayor intensidad, y
lo que lo hizo bello. Y ese afán por captar la temporalidad fue lo
que me llevó a sacar la cámara y a querer mostraros estas
fotografías hoy.
Las fotografías son estupendas y tu entrada encierra una interesante reflexión. Bien escrita, además. Muy bien.
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