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lunes, 22 de diciembre de 2014

Un mundo ilimitado



Para no ser menos, me uno a la despedida de un universo creado, para ser leído y después para ser representado. Este año finalmente, decimos adiós a la tierra media, con la última entrega de El Hobbit , un mágico mundo creado por J.R. R. Tolkien, así como El Señor de los Anillos, formando ambas obras, unas de las sagas literarias y cinéfilas más conocidas, aclamadas y queridas. Tampoco es una despedida definitiva, siempre tendremos en nuestras estanterías los libros para leerlos y releerlos una y otra vez (si es que no nos cansamos nunca), o si lo preferimos, ver las películas que son fantásticas, por cierto. Uno de los elementos que las mejora en gran medida es la increíble música.
El único inconveniente que le puedo encontrar a este extenso mundo, es el ciclo del  Hobbit. Debido al gran éxito de El Señor de los Anillos, quisieron aprovechar la fama para continuar la saga con El Hobbit (que me parece muy bien),  pero es un libro mucho más pequeño que se podría haber representado en una película larga o en dos, para una mejor representación. A pesar de que las películas están muy bien  y de que los elementos que se han inventado encajan perfectamente, se hacen un poco pesadas, pero eso no evitará que esta semana (como máximo), vaya a ver la última película al cine: La batalla de los cinco ejércitos, y que cuando la saquen en DVD, me la compre.


Imprescindible



Leer, hermoso hobbie que pocas personas tienen como tal. Desde muy pequeños nos han impuesto la lectura, como un deber, como una obligación, quizás por ese motivo, la gente prefiere hacer otras actividades, pero no podrán encontrar ninguna comparable a esta.

Si quieres vivir aventuras y no puedes, lee, si quieres aprender de nuevas culturas, lee, si quieres conocer el futuro por ejemplo, lee. En fin, hay mil razones por las que leer. Uno de los motivos que a mí más me gustan es que me permite vivir otras vidas, alejarme de la realidad, adentrarme en un mundo nuevo que necesita ser descubierto.

Para todos aquellos que les gusta leer y se encuentran en la misma situación que yo: no saben qué libro escoger, les propongo este reto que encontré en una web. Incluye unos 50 libros, de temáticas muy distintas a elegir. ¡Yo ya lo he empezado, a que esperáis!

domingo, 21 de diciembre de 2014

Con "a" de arder y "a" de adiós

Esta última entrada es una despedida. Las hay definitivas, las hay pasajeras, quién sabe qué carácter tendrá esta. A lo mejor es impetuosa como el viento, como las violentas tormentas de Turner o quizá tiene un cierto aire campestre, a semejanza de los paisajes de Constable. Pero más allá de lo que pueda ser, su voluntad pide quedarse.

La fotografía que adjunto es un ocaso capturado desde la ciudad de Gandía. Ese día, el ya de por sí rojo crepúsculo, vio acentuado su color a causa de las llamas de un incendio que devoraban las montañas. No es la primera vez que ocurre, cada año el verde muta a negro y el olor a muerte no desaparece hasta mucho tiempo después. Otras veces, el fuego también se ha cobrado la vida de obras de arte y literatura, ¿qué libro prohibido no ha sucumbido bajo una hoguera? y sin embargo, esa misma hoguera es la que ha dado calor en un día frío a una persona que vive en la calle. Al igual que esta imagen donde se confunden  horror y belleza; el fuego da vida y a la vez sostiene la guadaña. Y eso se puede extrapolar a miles de campos, ¿acaso el arte no puede gustar y escandalizar a la vez? Qué curiosa combinación de sentimientos se pueden generar en el corazón humano.

Al final siempre existe la esperanza: los bomberos que logran salvar un hogar, el grupo de valientes que oculta libros y pinturas potencialmente herejes o infames o el mismo atardecer. Y es que, aún cuando todo semeje perdido, en el momento en el que te abrace hasta la asfixia la oscuridad: adelante. Todos los caminos tienen un final y todo final es un nuevo principio, tras el invierno llega la primavera y después de cada noche, el sol acecha por el este.

La voz de dos colores

"IKB 191" de Yves Klein
Quizás, y sólo quizás, aquello que estás pensando puede decirse con una sola palabra. Una sola, ni dos ni tres. Una que englobe toda la idea, los sentimientos adosados y las emociones ancladas a ella. Y quizás también, a Yves Klein, una palabra tan completa le sabía a poco. ¿Quién creería que un término que reúne tales características puede resultar insípido? Alguien que ha conocido el color, el amigo mudo que lo dice todo. Sin rectas o curvas, planos o volúmenes, el IKB 191 concentra toda la energía cósmica. El azul, cómplice de la realidad, se abaja hasta alcanzar la estatura humana, encuentra cobijo en la mano de Klein y en un arrebato de orgullo fluye a través de sus dedos, quedando expuesto ante nuestros ojos para que podamos deleitarnos con su visión.

CD "Making movies" de Dire Straits
                El último quizás pertenece a los Dire Straits. La voz de Mark Knopfler, rasgada y suave a la vez, se hace eco de la alegría y la desdicha del amor, de la vida y sus vaivenes. Pero cuando se apaga el sonido, ¿quién toma el relevo? El color. Con un disco de título tan sumamente sugerente, “Romeo and Juliet”, no haría falta nada más… ¿o sí? La portada de ese cd recoge el mismo descubrimiento de Klein: el color habla y lo hace más que las palabras; sin alzar la voz, discreto pero insultantemente embriagador. Esos jóvenes ingleses no dudaron en teñir ese pequeño cuadrado de rojo. Un rojo que es amor y es muerte, es la pasión y la sangre de Julieta, de cada corazón que sufre. Porque si algo tenían claro Klein y los Dire Straits, es que mientras las palabras son fronteras, el color es universal.

Bailando Ballet

A mediados de noviembre tuve la inmensa suerte de acudir a dos recitales de ballet. Mi interés por este tipo de actuaciones surgió de pequeña cuando vi la película “Billy Elliot”. La escena final en la que el bailarín Adam Cooper queda suspendido en el aire al realizar un salto durante la representación de “El lago de los cisnes” de Tchaikovsky, me encantó. Y me encantó porque me preguntaba cómo tal cantidad de belleza podía quedar recogida en un minúsculo momento. Al final entendí que esa es la maravilla del cine: el captar aquello intangible y ofrecerlo al espectador para que lo pueda saborear, degustar y deleitarse. Sin embargo, el cine carece de ese contacto físico con los personajes: no los vemos realmente, es tan solo su proyección en una pantalla. Pero el teatro… el teatro es ese comensal que golpea fuertemente la mesa con su puño y se impone: “no tendré efectos especiales extraordinarios, técnicamente no podré competir con el cine, pero poseo algo que no tiene: magia”. Y así es y así lo pude comprobar.
                Las ofertas culturales de las que dispone la ciudad de Valencia son mucho mayores de las que ofrece Gandía (que es donde vivo). Animada por una amiga de esta facultad, el año pasado compramos entradas para ver “El Cascanueces” en el Teatro Olimpia. Era la primera vez que tenía un contacto tan directo con el mundo de la danza y lo cierto es que no quedé defrauda. Tanto es así que este año volví a repetir la experiencia pero con “La bella durmiente” y “El lago de los cisnes”, todo obras de Tchaikovsky interpretadas por el Ballet Ruso. A medida que las manecillas del reloj hacían su cotidiano recorrido, pude darme cuenta de que cada elemento sobre el escenario contribuía a crear una obra de arte en movimiento. Como si de una sucesión de cuadros se tratase, el fondo lo conformaban los decorados de vivos colores, y cada uno de los planos estaba compuesto por bailarines. Normalmente quedaban atrás los que tenían menor relevancia dentro del hilo de la historia y los protagonistas se acercaban al público ubicándose en el primer plano. Incluso cuando el escenario lo ocupaba una sola persona, no daba la sensación de que estuviese vacío, tenía tanta presencia el cuerpo y los movimientos del bailarín que, compositivamente, la escena no perdía peso. Y es que la magia reside en cada una de las expresiones de los rostros (especialmente destacable la profunda tristeza del Cisne blanco), en los saltos y en la admiración que se genera en el espectador al entender que cada paso reposa en la memoria del bailarín, que cada movimiento está pensado y que ofrecer belleza requiere un esfuerzo físico y psicológico enorme.

                La luz, al igual que en la pintura también ayuda a crear atmósferas y a desarrollar en el espectador una u otra sensación según haya dispuesto el director de la obra. Y por último, nada quita protagonismo a las maravillosas composiciones musicales de Tchaikovsky que sostienen la obra; es más, potencian el efecto atrayente de la misma. Son la voz de los personajes, que mudos, dependen completamente de sus movimientos, expresiones y música para transmitir emociones.


                La compañía se juega mucho: si gusta su actuación, el público repetirá y la industria seguirá funcionando. En el fondo, cada elemento, cada persona es responsable de que el arte no se apague. Y aunque semeje tratarse de un peso terrible, en realidad es una carga ligera para quien disfruta con lo que hace, que además tiene la recompensa de impregnar el mundo de belleza. Ojalá cada uno de nosotros podamos rebuscar en nuestro corazón hasta dar con aquello que realmente nos motiva y nos arranca una sonrisa, eso que será luz en la oscuridad de nuestras noches.  



Cultura popular. El Ángel tutelar de la villa de Ayora.


Es sorprendente la gran cantidad y diversidad de cultura popular que podemos encontrar en las pequeñas zonas que componen nuestra comunidad.


Por ejemplo, en el pueblo de Ayora, existe una leyenda sobre un milagro. Esta cuenta que  en el año 1392, la villa de Ayora estaba afligida de hambre y peste. Vivía una mujer, Liñana, que iba y venía de Ayora a Jarafuel todos los días. En el segundo lunes de enero, cuando la mujer estaba de camino, a dos leguas de allí, se encontró un ángel, quien le dijo: “Vuelve a Ayora y di, que vengan y hagan una rogativa todos los años en este sitio y cesará la peste y el hambre”. Liñana replicó que no la creerían, así que el ángel se arrancó una pluma del ala y le escribió con ella en la palma de la mano lo que le acaba de decir y desapareció. Entonces, volvió la mujer a Ayora, refirió el pasaje a los clérigos y jurados, quienes la creyeron, así fueron todos juntos en procesión e hicieron rogativa en el sitio señalado, y cesó al instante y enteramente la peste y el hambre.


Este relato fue recogido por Miguel Molsós (1370-1431), contemporáneo al suceso y figura de excepción de la historia de Ayora (Vicario general de la diócesis de Valencia, datario papal de Benedicto XIII, deán de la Colegiata de Orihuela, auditor de la Rota y capellán del papa Martín V).


El acontecimiento ha tenido mucha importancia desde entonces en el pueblo. Como mandó el ángel, todos los años el segundo lunes de enero, se realiza una romería al sitio de la aparición, donde se construyó una ermita en su honor. Además, se han escrito varios libros explicando este milagro y sobretodo, destaca un cuadro que lo cuenta.





“El Ángel tutelar de la villa de Ayora"  fue pintado por Vicente López Portaña pintor de cámara de Fernando VII y uno de los grandes retratistas del siglo XIX. Aparte del retrato, cultivó también la pintura religiosa, preferentemente en su primera época, cuando aún estaba en Valencia. El cuadro del Ángel forma parte de este conjunto de sus obras.
Se trata de un óleo sobre lienzo de 0,87 m x 0,61 m, datado hacia 1803. Es de estilo neoclásico y de influencia rococó.
La temática del cuadro es de un carácter narrativo y alegórico al mismo tiempo.  Se observan 3 escenas:

-          La escena principal, que representa a las dos figuras protagonistas en el momento de la aparición. La abuela Liñana, está encorvada con la mano extendida frente al Ángel quien señala con su mano izquierda la palma de la anciana, mientras con la derecha sujeta una pluma, con la que acaba de escribir en la mano de la mujer.

-           Al fondo, a la izquierda, aparece el pueblo de Ayora amurallado con su castillo, del que salen en procesión un numeroso grupo de personas.  

-          A la derecha en el extremo opuesto, se observa al grupo más tarde, orando ante una cruz.  
También, sobre el pueblo y su fortaleza se aprecia también un esqueleto con guadaña - la muerte- que huye, mientras un ángel derrama de una vasija un hálito -la vida-.

La ejecución del cuadro es de una pincelada firme y minuciosa. El uso del color se hace de una forma racional, aunque con una gama de colores cálidos (rosados, magenta, marrones anaranjados). 

 
La escena principal con las dos figuras tiene una composición triangular cuyo vértice superior es la cabeza del ángel. Por otra parte, también tienen bastante presencia las diagonales que sirven de enlace de las dos escenas secundarias. 


Actualmente, la obra se conserva en la Iglesia Parroquial de Ayora.

jueves, 18 de diciembre de 2014

Manteniendo tradiciones



Pequeñas obras de arte, que se montan y desmontan una y otra vez, para crear nuevas escenas y para mejorarlas. Creaciones resultantes en muchos de los casos, de la colaboración de los miembros de una familia, por lo  que es un momento ideal para disfrutar de ella. Es una de las tradiciones más asentadas de la comunidad valenciana, y actualmente se están realizando cada vez más, para exposiciones en museos, ayuntamientos, espacios públicos en general. Los podemos encontrar de muchos formatos diferentes: unos más sencillos, otros muy grandes, e incluso algunos vivientes, la gente se permite dar rienda suelta a su imaginación.

 En este caso, las imágenes que vemos, son de belenes de la ciudad de Alcoy, en la que hay mucha tradición de montarlos. Cada año se pueden visitar los belenes que se montan en muchas iglesias, en el ayuntamiento, en casas particulares como vemos en las fotografías, pero sobretodo, no nos podemos olvidar del belén de Tirisiti, un belén hecho con títeres que interactúan entre ellos. Es una representación que se lleva haciendo desde hace muchísimo tiempo, desde el siglo XIX, y que cada año gente de muchos lugares distintos visita. Este característico belén, mezcla elementos tradicionales con otros del nacimiento de Jesús y de la llegada de los Reyes Magos. ¡No os lo podéis perder!