¿Por qué las cosas más bellas e
hipnotizantes de este mundo son casi siempre las más mortíferas?
Esta fotografía la realicé en el
Oceanogràfic mientras observaba la pecera de las medusas. Me quedé
allí impasible durante media hora, sin poder apartar la vista.
Mientras tanto, no pude evitar pensar en cómo sería poder alargar
el brazo, atravesar el cristal y tocar una. Tan sólo un poco.
Luces de neón, textura curiosa,
colores vibrantes, movimientos elegantes. Es imposible no fijarse en
un animal marino que reúne todas estas características. Una
combinación tan asombrosa que hace que sigas con la mirada cada uno
de sus movimientos, casi como si de una danza se tratara. Una danza
en la que las medusas son las despampanantes bailarinas vestidas de
colores y envueltas en purpurina, cuyo escenario es el profundo azul
que las envuelve, y tú eres el maravillado espectador que queda
anonadado ante tal espectáculo. La música la pones tú, con tus
propios pensamientos.
¿Es así como las medusas atraen a sus
presas?
Tan hipnotizante es la danza que
olvidas su verdadero objetivo, y por un momento sólo puedes pensar
en lo bello de la escena. Sientes la necesidad de tocarlas, de unirte
a ellas. Quieres atraparlas y poder observarlas indefinidamente. Te
dejas envolver ante tal atmósfera y, cuando estás a punto de
rozarlas, excitado ante tal deseo, un punzante dolor hace que quedes
paralizado. Sientes como si flotaras, mientras las observas nadar a
tu alrededor, sonriendo por haber tenido la oportunidad de presenciar
algo así.
Y mientras tu vitalidad, como la danza,
se esfuma.
Fantástica fotografía. Me ha gustado mucho el comentario y me he sentido muy identificada. A mí me hipnotizan también. Estaría horas contemplándolas. Extraña danza la suya... y cautivadora.
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