Para no ser
menos, me uno a la despedida de un universo creado, para ser leído y después
para ser representado. Este año finalmente, decimos adiós a la tierra media,
con la última entrega de El Hobbit , un mágico mundo creado por J.R. R. Tolkien,
así como El Señor de los Anillos, formando ambas obras, unas de las sagas
literarias y cinéfilas más conocidas, aclamadas y queridas. Tampoco es una
despedida definitiva, siempre tendremos en nuestras estanterías los libros para
leerlos y releerlos una y otra vez (si es que no nos cansamos nunca), o si lo
preferimos, ver las películas que son fantásticas, por cierto. Uno de los
elementos que las mejora en gran medida es la increíble música.
El único
inconveniente que le puedo encontrar a este extenso mundo, es el ciclo del Hobbit. Debido al gran éxito de El Señor de
los Anillos, quisieron aprovechar la fama para continuar la saga con El Hobbit
(que me parece muy bien), pero es un
libro mucho más pequeño que se podría haber representado en una película larga
o en dos, para una mejor representación. A pesar de que las películas están muy
bien y de que los elementos que se han
inventado encajan perfectamente, se hacen un poco pesadas, pero eso no evitará
que esta semana (como máximo), vaya a ver la última película al cine: La
batalla de los cinco ejércitos, y que cuando la saquen en DVD, me la compre.
Yo no sé la manía que tienen últimamente de alargar las películas o las historias innecesariamente. Mi corazón está con Tolkien (y con algunos otros), aunque reconozco que no he visto esta trilogía.
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