No son pocas las veces en las que
mirar un espacio familiar con otros ojos le otorga un nuevo significado, mucho
más potente y cautivador. Esto que tenéis ante vuestros ojos es la estación de
metro de Picanya, el pueblo donde vivo. Es un sitio con mucha tradición para
mí, y que evoca muchos recuerdos de lo más dispares ya que ha sido mi vía de
comunicación con la capital desde que llegué a Picanya. Ahora, se ha vuelto mucho más rutinario ya que
paso casi diariamente para ir a la universidad,
pero hasta que no la vi en otra situación, con otro objetivo, no la aprecié
como un lugar realmente interesante de contemplar. Me explico, era de noche, a
horas en las cuales aún no ha pasado el primer metro, y ver la estación sumida en una
calma total me llamó la atención. El juego de fugas con las luces y las vías
también se evidenció como algo a destacar y necesité plasmarlo en una
fotografía, que se tornó más atractiva conforme pasaba el tiempo.
La calidad del aparato con el cual tomé la fotografía no era especialmente buena, era un móvil, sin embargo era aquello que tenía a mano, como suele pasar cuando haces una fotografía de improvisto. Hay varias cosas a destacar: por una parte que, aunque se trata de un espacio al aire libre, la única iluminación que recibe es artificial; por una serie de farolas que además, potencian una fuga ya de por si pronunciada por las vías del metro. Además, cuando se acaba la hilera de farolas, aparecen dos semáforos en rojo, y tras ellos, la absoluta oscuridad. A penas se distinguen una serie de luces que hacen referencia a ese primer metro del día.
La composición también tuvo especial importancia en la toma de esta fotografía, ya que apoyándome en la línea que marcaba la barandilla, dividí el espacio en dos partes, otorgándole más importancia a las vías y manteniendo la barandilla casi vertical. Algo de lo que no me di cuenta a la hora de tomar la fotografía y que es una de las cosas por las cuales con el tiempo ha ido ganando interés, es el reflejo de las luces en las vías, cosa que propicia un diálogo más acertado entre las partes de la composición.
La calidad del aparato con el cual tomé la fotografía no era especialmente buena, era un móvil, sin embargo era aquello que tenía a mano, como suele pasar cuando haces una fotografía de improvisto. Hay varias cosas a destacar: por una parte que, aunque se trata de un espacio al aire libre, la única iluminación que recibe es artificial; por una serie de farolas que además, potencian una fuga ya de por si pronunciada por las vías del metro. Además, cuando se acaba la hilera de farolas, aparecen dos semáforos en rojo, y tras ellos, la absoluta oscuridad. A penas se distinguen una serie de luces que hacen referencia a ese primer metro del día.
La composición también tuvo especial importancia en la toma de esta fotografía, ya que apoyándome en la línea que marcaba la barandilla, dividí el espacio en dos partes, otorgándole más importancia a las vías y manteniendo la barandilla casi vertical. Algo de lo que no me di cuenta a la hora de tomar la fotografía y que es una de las cosas por las cuales con el tiempo ha ido ganando interés, es el reflejo de las luces en las vías, cosa que propicia un diálogo más acertado entre las partes de la composición.
Creo que la fotografía habla por si misma, al menos eso dicen, que una fotografía vale más que mil palabras y ésta en particular se ha tornado cada vez más interesante. Es curioso como una toma de una fotografía completamente casual, sencillamente para mostrar que la estación estaba desierta ha llegado a ser mucho mejor que aquellas que trato de preparar para "crear" una buena fotografía.
A veces lo cotidiano adquiere en otras horas del día un significado especial para nosotros. Muy bien.
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