"Aún cuando todo semeje perdido, en el momento en el que te abrace hasta la asfixia la oscuridad: adelante. Todos los caminos tiene un final y todo final es un nuevo principio; tras el invierno llega la primavera y después de cada noche el Sol acecha por el este".
Esta imagen es un paisaje y se
corresponde con un amanecer en la playa de Gandía en abril de 2012. Mis amigos
y yo tenemos la costumbre de acudir a ver el Sol surgir del mar el Domingo de
Pascua. Ese día, por suerte, llevaba la cámara a mano y pude captar este
precioso momento en el que un barco pesquero casi rozaba el astro rey. La he
elegido porque dentro de todas las fotos que he realizado a lo largo de los
años, ésta es una de mis favoritas.
El
amanecer de alguna manera representa el madrugar. He de reconocer que me gusta
levantarme pronto porque, por un lado, aprovecho más el día y por otro, hay un
momento mágico en el que el mundo está en calma: no hay coches, no hay personas…no
hay ruido. Parafraseando a Seguros Ocaso, este es “el sol de la tranquilidad”;
su tono anaranjado, su reflejo en la lisa alfombra marina transmite esa sensación
de paz. El amanecer es indicativo del nacimiento de un nuevo día, uno lleno de
posibilidades, sorpresas y oportunidades de hacer las cosas bien; si el Sol
surge con esa fuerza, ¿por qué nosotros no podemos arrancar de la misma manera?
Se convierte, por tanto, una motivación añadida.
A
nivel compositivo, la fotografía está dividida en dos partes: la
correspondiente al cielo, que tiene un tono anaranjado-rojizo y el mar, que a
pesar de ser azul, queda impregnado también de los rayos solares y adquiere
reflejos rojizos. El elemento que más llama la atención es el Sol, una esfera
de luz casi blanca que se sitúa más o menos en el centro de la imagen, lo que
le otorga más peso todavía del que ya tenía. La luz que irradia quita parte del
protagonismo al barco que hay a su derecha, que nuestra cámara lo capta a
contraluz y por eso está ennegrecido. Destaca la diagonal que forman los rayos
del Sol así como la casi homogeneidad de los dos mantos, celeste y marino, que
conforman la imagen.
Nunca he sido de dormir mucho, pero, como tú, he descubierto el placer de madrugar. Es un momento especial. Es una fotografía preciosa. Te envidio el momento. Muy bien.
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