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miércoles, 29 de octubre de 2014

La ambición rubia



Ser. El primer verbo que nos enseñan en inglés y, a las puertas de la muerte, el concepto que se nos escapa todavía de las manos. La pregunta que se hace la humanidad desde hace milenios y la duda que, penitentemente, arrastraremos. ¿Quiénes somos?

 
Álbum "Celebration" de Madonna
               
  Ser implica situarse en la difusa y casi invisible línea entre la originalidad y la copia. Contemplando el álbum “Celebration” de Madonna, se nos hace presente nuestra eterna lucha interior: ese configurarse como persona que alterna las influencias cercanas y a la vez, la rebelión ante la monotonía, el deseo ardiente de sobresalir. En ningún momento la portada esconde la presencia de Marilyn Monroe; pero no es su rostro el que vemos, es Madonna quién nos mira sugerentemente. Ahí se rompe la copia.
                
¿Y por qué imitar? Recorrer el camino que ha sido allanado previamente resulta mucho más sencillo. Madonna se reviste de las características de Marylin: la ambición, la fama o la seducción para que las acabemos asociando a ella. Además, comercialmente, algo conocido siempre atrae más. 


 
 "Marilyn Monroe" de Andy Warhol
            
Finalmente, el CD apela a la inmortalidad. Marilyn pasó y también lo hará Madonna; mas un instante de sus vidas, el que captó Warhol y el que quedó plasmado en la carátula, perdurará en el tiempo. Hay quién le basta con ser para sí mismo, hay quien es con los demás y para los demás. Lo que la inmortalidad en un ataque de picardía se calló es que ni siquiera esos colores tan descarados que dan vida a sus rostros pueden durar para siempre. Los segundos, silenciosamente, irán arrebatando cada pincelada que un día fue puesta. Porque nada escapa de la muerte ni de su apellido: olvido.

1 comentario:

  1. Muy interesante la relación y el comentario. Ha sido un placer leerla. Muy bien.

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